La resistencia a la insulina es un problema metabólico que afecta a millones de personas en todo el mundo. Se produce cuando las células del cuerpo dejan de responder adecuadamente a la insulina, lo que obliga al páncreas a producir más de esta hormona para mantener los niveles de glucosa bajo control. Este problema es un precursor de la diabetes tipo 2 y puede generar complicaciones adicionales si no se maneja a tiempo.
Cuando la resistencia a la insulina se prolonga, el exceso de glucosa en la sangre puede provocar daños en órganos vitales como el corazón, los riñones y el hígado. Además, se asocia con un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares y síndrome metabólico. Afortunadamente, cambios en la dieta y el ejercicio pueden revertir esta condición en muchos casos, mejorando la sensibilidad a la insulina y reduciendo la carga sobre el páncreas.
El monitoreo regular de la glucosa en sangre y la consulta con un especialista son claves para evitar la progresión de la resistencia a la insulina a una diabetes tipo 2. Además, algunos medicamentos como la metformina pueden ser útiles en el manejo de esta condición cuando los cambios en el estilo de vida no son suficientes.