El sueño desempeña un papel crucial en el control de la diabetes. Diversos estudios han demostrado que la falta de sueño puede alterar los niveles de glucosa en sangre, reducir la sensibilidad a la insulina y aumentar el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2. Cuando una persona no duerme lo suficiente, el cuerpo libera más cortisol, una hormona del estrés que eleva la glucosa en sangre y dificulta su regulación.

Además, la privación del sueño puede afectar los hábitos alimenticios y el metabolismo, haciendo que las personas consuman más carbohidratos y calorías de lo necesario. Esto, a su vez, puede conducir a un aumento de peso y un peor control de la glucosa.

Para mejorar la calidad del sueño, los especialistas recomiendan establecer horarios regulares de descanso, reducir la exposición a pantallas antes de dormir y evitar el consumo de cafeína en horas nocturnas. También se ha demostrado que la práctica de técnicas de relajación, como la meditación y la respiración profunda, puede contribuir a un descanso reparador y un mejor control de la diabetes.