Mantenerse bien hidratado es clave para el control de la diabetes. El agua ayuda al cuerpo a eliminar el exceso de glucosa a través de la orina y mantiene un equilibrio adecuado en el metabolismo. Cuando una persona con diabetes no bebe suficiente agua, la concentración de glucosa en la sangre puede aumentar, elevando el riesgo de hiperglucemia.
La deshidratación también puede afectar la producción de insulina, dificultando la regulación de la glucosa. Además, algunas bebidas azucaradas pueden empeorar la situación, ya que elevan rápidamente los niveles de glucosa y contribuyen a la resistencia a la insulina.
Para mantener una hidratación adecuada, los especialistas recomiendan consumir al menos ocho vasos de agua al día, aunque esta cantidad puede variar según la edad, el peso y la actividad física de cada persona. También es importante evitar bebidas azucaradas y optar por opciones saludables como infusiones sin azúcar o agua con rodajas de limón.