Diabetes en mujeres: el impacto del ciclo hormonal, el embarazo y la menopausia

pregnant woman

La diabetes afecta a millones de mujeres en todo el mundo, pero su comportamiento, síntomas y riesgos no son idénticos a los que se observan en los hombres. El cuerpo femenino está influenciado por ciclos hormonales complejos que modifican el metabolismo de la glucosa a lo largo de la vida. Desde la pubertad hasta la menopausia, pasando por el embarazo, los estrógenos, la progesterona y otras hormonas sexuales juegan un papel clave en cómo la mujer procesa la insulina, cómo responde a los tratamientos y cuáles son sus riesgos particulares frente a esta enfermedad crónica.

Durante el ciclo menstrual, muchas mujeres con diabetes tipo 1 o tipo 2 reportan variaciones en sus niveles de glucosa. En la fase lútea —la segunda mitad del ciclo— los niveles de progesterona aumentan, lo que puede generar una leve resistencia a la insulina y provocar hiperglucemias. En cambio, durante la menstruación, algunas experimentan hipoglucemias, especialmente si están bajo tratamiento intensivo con insulina. Reconocer estos patrones permite ajustar dosis o hacer cambios dietéticos según el momento del ciclo, evitando así descompensaciones.

En la etapa fértil, una de las preocupaciones más relevantes es la diabetes gestacional, una forma de intolerancia a la glucosa que aparece por primera vez durante el embarazo. Según datos de la International Diabetes Federation, afecta entre el 10 y el 15% de los embarazos, aunque la cifra varía según región y grupo étnico. En México, se estima que al menos 1 de cada 7 mujeres embarazadas la desarrolla. Esta condición, si no se controla adecuadamente, puede traer complicaciones como preeclampsia, parto prematuro, macrosomía fetal (bebé con peso excesivo), y un mayor riesgo de cesárea. Además, tanto la madre como el bebé tienen un riesgo elevado de desarrollar diabetes tipo 2 en los años posteriores.

El diagnóstico de diabetes gestacional se realiza entre la semana 24 y 28 con una prueba de tolerancia oral a la glucosa. El tratamiento puede incluir cambios en la alimentación, monitoreo frecuente y en algunos casos el uso de insulina. La metformina también ha comenzado a usarse en determinados contextos, aunque su uso en el embarazo sigue siendo tema de discusión médica.

Posteriormente, al llegar la menopausia, las mujeres enfrentan nuevos retos metabólicos. La disminución de estrógenos genera una mayor acumulación de grasa visceral, menor sensibilidad a la insulina y aumento del riesgo cardiovascular. Esto hace que muchas mujeres que antes tenían un control adecuado de su glucosa vean alterados sus valores, incluso si no cambian su alimentación o rutina diaria. A esto se suman síntomas como insomnio, ansiedad, sudoraciones nocturnas y cambios de humor, que también pueden interferir con el manejo del tratamiento.

Durante esta etapa, puede ser necesario ajustar medicamentos, incluir nuevas terapias como los agonistas GLP-1 (semaglutida, liraglutida) que además de mejorar el control glucémico ayudan a reducir peso, o valorar la terapia hormonal sustitutiva si no hay contraindicaciones, ya que puede ayudar en algunos casos a mejorar la sensibilidad a la insulina.

Más allá de lo fisiológico, las mujeres enfrentan también barreras sociales y culturales: mayor carga de cuidados familiares, acceso limitado a servicios de salud en algunos contextos, o falta de educación sobre los síntomas y riesgos específicos. Incluso en los estudios clínicos, históricamente se ha subrepresentado a las mujeres, lo que ha retrasado la comprensión de las particularidades del manejo femenino de la diabetes.

La salud emocional también cobra un papel importante. Mujeres con diabetes presentan mayor prevalencia de trastornos afectivos, sobre todo ansiedad y depresión, que a su vez pueden afectar la adherencia al tratamiento y la percepción de bienestar. Acompañamiento psicológico, redes de apoyo y atención con perspectiva de género son fundamentales para un abordaje integral.

La diabetes no es igual en hombres y mujeres. Reconocer las particularidades del cuerpo femenino en las distintas etapas de la vida permite un manejo más personalizado, efectivo y empático. Desde el autocuidado hasta el tratamiento farmacológico, pasando por la salud reproductiva y emocional, cada mujer merece una estrategia de atención adaptada a sus necesidades. Porque vivir bien con diabetes también significa vivir de acuerdo con el cuerpo, los tiempos y la historia de cada una.

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