Dapagliflozina y otros inhibidores SGLT2: beneficios cardiovasculares más allá del control glucémico

Los inhibidores del cotransportador sodio-glucosa tipo 2 (SGLT2) han emergido como una de las innovaciones más importantes en el tratamiento de la diabetes tipo 2 en los últimos años. Aunque fueron desarrollados originalmente como fármacos hipoglucemiantes, su utilidad va mucho más allá del control de la glucosa. Medicamentos como dapagliflozina (Forxiga), empagliflozina (Jardiance), canagliflozina (Invokana) y ertugliflozina (Steglatro) han demostrado beneficios sustanciales en la protección cardiovascular y renal, convirtiéndose en una herramienta esencial en el tratamiento integral del paciente diabético.

El mecanismo de acción de estos fármacos es distinto al de otros medicamentos para la diabetes. Actúan a nivel de los túbulos renales, inhibiendo la reabsorción de glucosa y promoviendo su eliminación a través de la orina. Este efecto glucosúrico reduce la glucemia de manera eficaz, sin estimular la secreción de insulina, lo cual disminuye el riesgo de hipoglucemia. Pero el verdadero punto de inflexión llegó cuando grandes estudios clínicos comenzaron a mostrar que estos medicamentos también disminuyen la incidencia de eventos cardiovasculares y la progresión de la enfermedad renal crónica, incluso en pacientes no diabéticos.

Uno de los estudios más citados es el DECLARE-TIMI 58, publicado en The New England Journal of Medicine, que evaluó a más de 17,000 pacientes con diabetes tipo 2 y alto riesgo cardiovascular. Los resultados mostraron que la dapagliflozina redujo significativamente el riesgo de hospitalización por insuficiencia cardíaca y el deterioro de la función renal. Por su parte, el estudio DAPA-HF, también con dapagliflozina, demostró que este fármaco mejora la sobrevida en pacientes con insuficiencia cardíaca con fracción de eyección reducida, incluso en personas sin diabetes, lo que marcó un hito en la cardiología moderna.

Empagliflozina, otro inhibidor SGLT2 ampliamente utilizado, fue protagonista del ensayo EMPA-REG OUTCOME, donde se reportó una reducción del 38% en la muerte cardiovascular y del 35% en hospitalizaciones por insuficiencia cardíaca, en comparación con placebo. Estas cifras no solo cambiaron la práctica clínica, sino que reconfiguraron las guías terapéuticas a nivel global. Hoy en día, organismos como la American Diabetes Association (ADA) y la European Society of Cardiology (ESC) recomiendan los inhibidores SGLT2 como parte del tratamiento de primera línea en pacientes con diabetes tipo 2 y riesgo cardiovascular establecido, independientemente del nivel de control glucémico.

Además de los beneficios cardiovasculares, estos medicamentos han demostrado ralentizar la progresión de la enfermedad renal crónica (ERC). En el estudio DAPA-CKD, dapagliflozina redujo el riesgo combinado de deterioro renal sostenido, insuficiencia renal terminal y muerte cardiovascular en pacientes con ERC, con o sin diabetes, lo que llevó a la expansión de su uso en la nefrología.

Los efectos secundarios más frecuentes incluyen infecciones genitourinarias por hongos, especialmente en mujeres, debido al aumento de glucosa en la orina. También se debe tener precaución en pacientes con volumen intravascular bajo o en tratamientos concomitantes con diuréticos, por el riesgo de hipotensión o deshidratación. Aunque raros, se han reportado casos de cetoacidosis diabética euglucémica, una condición potencialmente grave que requiere atención médica inmediata.

En cuanto a la dosificación, dapagliflozina se administra comúnmente a razón de 10 mg una vez al día. Es bien tolerada en la mayoría de los casos y puede combinarse con metformina, insulina u otros antidiabéticos. En México, Forxiga (dapagliflozina) ya está disponible en farmacias bajo prescripción médica y forma parte del cuadro básico en algunas instituciones de salud pública.

El impacto de los inhibidores SGLT2 representa un cambio de paradigma: han dejado de ser únicamente medicamentos para la diabetes para convertirse en agentes terapéuticos clave en el manejo de enfermedades cardiovasculares y renales. Su versatilidad, seguridad y beneficios a largo plazo los posicionan como una de las clases más relevantes de la farmacología moderna. Para los pacientes con diabetes tipo 2 que enfrentan riesgos cardiovasculares o deterioro renal, estas moléculas no solo mejoran el control glucémico, sino que también pueden prolongar la vida y mejorar significativamente su calidad.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Regresa al inicio