El estrés es un factor que puede influir directamente en la resistencia a la insulina y el control de la diabetes. Cuando una persona experimenta estrés crónico, el cuerpo libera hormonas como el cortisol y la adrenalina, que aumentan los niveles de glucosa en sangre. Este mecanismo, que en situaciones de emergencia puede ser útil, a largo plazo contribuye a la inflamación y la resistencia a la insulina.

Además, el estrés puede inducir hábitos poco saludables, como el consumo excesivo de alimentos ultraprocesados, la falta de ejercicio y el descanso inadecuado, factores que empeoran el control de la diabetes. También se ha demostrado que el estrés afecta la función pancreática, reduciendo la producción de insulina y dificultando la regulación del azúcar en la sangre.

Para reducir el impacto del estrés, es recomendable adoptar estrategias como la meditación, el yoga y la actividad física regular. Estas prácticas pueden ayudar a reducir los niveles de cortisol y mejorar la sensibilidad a la insulina, facilitando un mejor control glucémico.